Portaviático

Portaviático

[noviembre]

Portaviático de oro y esmeraldas, elaborado en el año 1779, constituye una pequeña pieza de delicada manufactura para uso litúrgico, cargada de significado y simbolismo, pues ha sido utilizada desde hace siglos en la tradición católica, con el propósito de guardar con cuidado las hostias consagradas para llevar la comunión a los enfermos o a quienes no podían asistir al templo.  

Regularmente los portaviáticos tienen forma de estuche o relicario, fusionando devoción y arte, además de ser un medio seguro para transportar el sacramento con la dignidad y reverencia que la tradición cristiana le otorga. 

Más allá de su función práctica, este objeto se convirtió en un verdadero símbolo: un “santuario en miniatura” que viajaba hasta los hogares, llevando consuelo y esperanza en momentos decisivos de la vida. Por esta razón, queremos destacarlo en el mes de la familia, recordando esa valiosa función de llevar esperanza, consuelo y amor a través del cuerpo de cristo que nos une en una sola familia. 

Cada detalle en su elaboración resalta la importancia del sacramento que protegía en su interior. En su tapa en forma de cúpula, aparece un sol con cara humana y rayos rectos terminados en punta, rodeados por guirnaldas caladas. El marco del estuche también es calado y posee doce puntas a modo de estrella, siendo la punta de arriba la más grande que difiere del diseño general. Tiene una vid y tres racimos de uvas, además de un querubín, ramas, flores y muchos otros delicados detalles.  

Visita la Sala del Tesoro del Museo Altagraciano, para que puedas admirar esta valiosa pieza, no solo como un objeto litúrgico, sino también como una obra de arte que habla de profunda fe. 

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